EL REBOLLEDO: LA HUERTA DE NA VIOLANT EN EL CRUCE DE ELCHE Y CASTILLA
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EL REBOLLEDO: PARTIDA POR DOS CIUDADES
A simple vista, El Rebolledo recopila en tan solo una hoja de la guía telefónica más de medio millar de auriculares fijos, dispersos en multitud de hogares, algunos amplios y otros diminutos, a los que aún se añade un enjambre feroz de aparatos móviles, matemáticamente innumerables, esparcidos a través de los 12,2 kilómetros cuadrados que suma su territorio. Entramado rural a 155 metros de altura sobre la bahía de Alicante, a finales de los años ochenta apenas contaba con 617 habitantes, una discreta aglomeración humana que el 1 de enero de 2002, antes del último empadronamiento oficial, ya ascendía a 985 seres humanos, repartidos en 524 varones y 461 mujeres, según la prospección demográfica del Departamento de Estadística del Ayuntamiento de Alicante. De todos modos, su población real, en apreciable aumento, incluye numerosas segundas residencias de alicantinos e ilicitanos que liquidan impuestos en su vivienda habitual, donde pasan la mayoría del año, Su magnífico nudo de comunicaciones permite desplazarse en un cuarto de hora desde las cabeceras de l’Alacantí o el Baix Vinalopó hasta este espacio acogedor de grandiosas panorámicas.
Pedanía compartida con Elche, El Rebolledo no sólo se fundó en los alrededores de las antiguas sendas que empalman Alicante con la metrópoli del Baix Vinalopó, sino principalmente a orillas de la corredera viaria que desde la Edad Media enlazó el tráfico del Mediterráneo local con La Mancha y Castilla. Una arteria que se asfaltó como carretera nacional a Madrid y se remodeló como autovía hace un par de décadas con una doble denominación sorprendente: "de Levante" hasta que cruza Almansa y "del Mediterráneo" cuando desciende desde Sax. Fenómenos de la política.
EL TERRITORIO QUE SE SALVÓ POR LA AUTOVÍA
En cualquier caso, El Rebolledo es el itinerario natural de acceso a Alicante para quien recala desde el Alto Vinalopó, la meseta central, Galicia, Asturias, Cantabria o el País Vasco. Situado junto a una vieja ruta de caravanas, es un grupo urbano de escasa altura, tangente a un espejismo, que quien supere la velocidad permitida atravesará casi sin darse cuenta. Un enclave microscópico que, paradójicamente, multiplicó su vecindario y recuperó su arcaica tranquilidad tras la creación de la autovía, que supuso la circunvalación de los transportes por un anillo externo y la supresión de su vía principal como eje obligatorio de paso para turismos, camiones y autobuses.
De hecho, esta avenida se denomina ahora Passeig Major, como muestra de su transformación en vereda apacible, aunque aún siga siendo su pista cardinal de aterrizaje, como calzada de servicio a la hora de acudir a la farmacia, al centro de salud o a la panadería. Y, claro está, a sus principales ollas alimenticias y nidos de tertulia: el bar restaurante El Francés, un buen fogón con ancho estacionamiento exterior para los camioneros, que incluye comercio y vídeo-club en el mismo inmueble; el animado bar Rebolledo junto a Neumáticos Paco, epicentro de la colombicultura de local; el bar Garpe, "Comidas", conocido coloquialmente como El Casino, con bandera del Barça, y la botiga de Comestibles, bebidas y pan Casa Blasco, con barra para almuerzos y desayunos. En un ambiente ya voluptuoso se inscribe El Castillo, una antigua venta o mesón en el kilómetro 401 de la carretera de Madrid, reconvertida en afamada casa de alcobas, copas y señoritas, con fachada almenada de barracón de feria. O de decorado para películas de terror en cartón piedra, según se mire.
Aunque también existe el hostal-restaurante Los Granadinos, verdadero ateneo de El Rebolledo y consagrado fogón de hidratos saludables, grasas a la leña y reconfortantes proteínas a precios proletarios. En él conviven, dependiendo del mes, magníficos jamones en su punto, suculentas sandías y platos de caliente con farra y karaoke los fines de semana. Es el lugar preferido por las tropas obreras de los polígonos colindantes y por la mayoría de autónomos, albañiles y fontaneros que operan en la zona.
En Los Granadinos quedamos, un sábado a mediodía envuelto de sirimiri, con José Antonio Torà, alcalde de El Rebolledo, generoso y amable, completamente enamorado de su mapa menudo; con su vecina Vicenta Sánchez Roselló, una locomotora de recuerdos y buena fabricante de paellas, y con su hermano José, presidente de las actividades festivas y de la Asociación de Moros y Cristianos, que siempre añade una suculenta coma a cualquier recorrido por lugares, fechas y personajes. Con ellos buceamos en la partida y excavamos en la memoria de El Rebolledo.
Los tres hablan valenciano, como la mayoría de dirigentes sociales de la periferia rural.
FONT-CALENT, OMNIPRESENTE
La pedanía se sumerge hasta las mismas estribaciones de la ciudad y penetra al sureste en la ya ex partida del Pla de La Vall Longa, una propiedad de origen medieval familiarmente ligada a los primeros señores de El Rebolledo, hoy reconvertida en polígono industrial y logístico. En su vertiente norte, linda con el término rural de L 'Alcoraia, al otro lado de la autovía. Pero su accidente geográfico más impresionante, su peculiaridad más sorprendente, es la espectacular vista de la poderosa sierra de Font-calent, la montaña mágica de agua tibia, conejos salvajes, huellas primitivas y antiguas leyendas. Hasta el punto de que es irnposible pasear por cualquier travesía de El Rebolledo sin dejar de ver el abrupto cerro que domina el paisaje de la ensenada de Alicante desde sus 426 nietros de altura. Más lejos, ya en la lontananza, se alzan la enfermiza Serra Mitjana, prácticamente devastada por la brutal explotación de las canteras, y la Serra de les Aguiles, entre l'Alcoraia y Orito, en Monforte. Al sur encontramos la Serra de Sanxo y las estribaciones encadenadas de Colmenars, en territorio del Bacarot y del Camino Viejo de Castilla.
Pero, ¿qué significa o cómo se origina el nombre de Rebolledo? ¿Quiénes o qué eran los Rebolledo? Para abrir boca, el economista e ingeniero Josep Maria Albaigés, miembro de la Societat Catalana d 'Onomàstica y de la también Societat Catalana de Genealogia, Heràldica, Sigil.lografia i Vexil.logia, define en su curiosísima y práctica obra El gran libro de los apellidos que Rebolledo es un "topónimo de origen castellano" que hace referencia a un "lugar abundante en rebollos, árbol de la familia de las fagáceas". Y más adelante precisa que se trata de una "derivación de rebollo, primitivamente retoño de cualquier árbol, especialmente aplicado a la familia de las cupulíferas por su facilidad para retoñar y, más tarde, nombre de un árbol de la familia de las fagáceas de unos veinticinco metros de altura y propio de la meseta. Voz posiblemente procedente de un latín vulgar, repullus, a su vez derivado del latín pullus, retoño. En su derivación catalana, rebull, reboll, rebolla o rebolleda, y en sus variantes castellanas, rebollosa o rebolloso". Rebolledo es, en cualquier caso, el nombre de una villa leonesa y el de una población enclavada entre el embalse del Ebro y el de Aguilar, en Palencia; y Rebolledo de la Inera, otro pueblo del sur de esta provincia. En tanto que El Rebollo es un municipio de Asturias y Rebollo y Rebollo de Duero dos poblaciones de Segovia, sin apurar más variantes de otras coordena(las, que ocuparían medio folio.
¿Y córno llegó hasta aquí tal apellido? ¿Por qué los ciudadanos que pueblan este campo al oeste de Alicante dicen que son de El Rebolledo?
RODRIGO DE REBOLLEDO, SEÑOR DE CALP, DE BENlSSA, DE ALTEA Y DE TEULADA, CAMARERO DE JUAN II, CONSEJERO REAL, MENTOR DE FERNANDO EL CATÓLICO
El profesor Josep Hinojosa Montalvo, historiador de la Universidad de Alicante, ofrece los más ricos detalles sobre el origen familiar de la partida gracias a un pormenorizado informe que publicó en el segundo número de la revista de estudios comarcales Quaderns de Migjorn. Con el título El tono de vida de una noble alicantina a finales de la Edad Media: Na Violant de Rebolledo, contiene un documento imprescindible: ni más ni menos que el peritaje que sobre los bienes de las casas que la dama poseía en Alicante y Agost levantó el 19 de agosto de 1483 el notario nativo Joan Beneito a instancias de los hermanos de Na Violant Rotlà, en su apellido consorte Rebolledo, y previa autorización del Justicia de Alicante. Un imprescindible parámetro histórico que, como refiere, apasionado, el profesor Hinojosa, supone todo "un documento de gran interés para la historia de la ciudad de Alicante, ya que es el único inventario de la Edad Media que ha aparecido hasta ahora", afortunadamente conservado en el Archivo de Protocolos del Reial Col.legi del Patriarca de Valencia bajo la clave Protocol de Joan Beneito, 1483.
Por aquella actuación de Beneito, una especie de agente de seguros a todo riesgo del siglo XV, y por el entusiasmo de Hinojosa, sabemos, finalmente, que "los Rebolledo eran una familia nobiliaria castellana que se instaló en el Reino de Valencia tras la llegada al trono de la Corona de Aragón de la dinastía Trastárnara (en 1412), y la participación en la política de bandos alrededor de los infantes de Aragón, que hizo que muchos nobles fueran recompensados con tierras y señoríos en tierras valencianas". De todos ellos, Rodrigo de Rebolledo "fue el miembro más destacado del linaje por la vinculación y el servicio a las órdenes de Juan II de Aragón, de quien fue camarero", aunque "como destacado conserjero real, fue uno de los personajes más odiados por los partidarios del hijo del monarca, Carlos de Viana”. También fue "mentor del infante Fernando, futuro rey Católico" refiere Hinojosa, quien dice: "Cuando Alfons el Magnánim cedió a su hermano Juan II de Navarra, más tarde Juan II de Aragón, el señorío de los duques de Gandía, éste enajenó una parte a favor de los nobles castellanos y aragoneses que estaban a su servicio, de forma que Rodrigo de Rebolledo recibió el señorío de Calp, Benissa, Altea y Teulada con sus alquerías", por lo que acabó siendo "el jefe de la generación de los Rebolledo en el Reino de Valencia".
Siempre según la misma fuente, los Rebolledo aparecen vinculados a Alicante como alcaides del castillo de la ciudad desde los años sesenta del siglo XV, momento en que sustituyeron a la familia Borgonyó, dueños de una huerta y una masía en Bacarot, "como agradecimiento a los servicios prestados a la Corona, dándole la concesión (de la fortaleza de Santa Bárbara) de por vida a Alfons de Rebolledo, de Alicante, y a un heredero legítimo". Sin embargo, y según el magnífico relato del profesor Hinojosa, al morir Alfons de Rebolledo, en 1471, "el príncipe Fernando ordenó a las autoridades que tuvieran por alcaide del castillo de Santa Bárbara al hijo y heredero de Alfons, Joan de Rebolledo, con un nombramiento vitalicio". Mas, siendo menor de edad, "actuó en la toma de posesión de la fortaleza, el 15 de diciembre de 1471, su madre, Na Violant de Rebolledo, y Ferran de Rebolledo", su hermano.
Na Violant cambió su apellido original, Rotlà, por el de Rebolledo a causa de su matrimonio con Alfons de Rebolledo, hijo de Rodrigo y padre del alcaide Joan. Los Rotlà eran "otra de las familias nobles instaladas en la zona central y meridional del reino, que en el siglo XV ejerció diversas funciones al servicio de la monarquía, fundamentalmente como alcaides de fortalezas, tal es el caso de Antoni Rotlà, que lo fue del castillo de Xixona; Antoni Rotlà, que no sabemos si era la misma persona, primer edil de La Vila Joiosa; Dalmau Rotlà, alcaide de Penàguila; Lluis Rotlà, batlle de Cocentaina; o Joan Rotlà, el personaje más notable, gobernador dellà Xúquer desde 1429, durante la guerra con Castilla" y participante en la liberación de Cabdet o Caudete, sitiada por los castellanos, así corno asaltante con éxito del arrabal de Villena.
Sepultados en la iglesia parroquial de Santa María, en la capilla que primero fue de los Rebolledo y luego, una vez emparentados, de los Rotlà y los Rebolledo, los Rotlà “que debían proceder de Cocentaina emparentarón al noble Miquel Rotlà, doncel territorial Ginés Borgonyó, hija única del señor territorial Ginés Bogonyó, posteriormente mujer de Alfons de Rebolledo, criado palatino o trintida que nos ocupa. Como regalo a su enlace, el regente Juan II les otorgó la cantidad de 40.000 sueldos fijos. El hijo de ambos, Joan de Rebolledo, como ya relatamos, fue alcaide del castillo de Alicante.
NA VIOLANT, NOBLE HALCONERA
No hay que recurrir a las grandes producciones cinematográficas sobre las Cruzadas, Robin Hood o los Caballeros de la Mesa Redonda para, remontándonos atrás más de 500 años y decididos a disfrutar de la más pura fantasía medieval valenciana, imaginarnos a Na Violant de Rebolledo en su casa del pleno torso histórico de Alicante admirando los vuelos de sus halcones ante el mar de Tabarca, envuelta de caballeros y criados. Porque, a través del sumario de bienes que cuantificó Beneito y gracias al trabajo de Josep Hinojosa, sabemos que su hacienda local "estaba emplazada en el centro de la ciudad, en la parte más noble, confrontada con la casa d 'En Vendrell, el hospital y la calle Mayor". Y que entre sus múltiples estancias figuraban corrales, graneros, establos, caballerizas, la bodega y la almazara, además de la cámara de los halcones, "uno de los deportes favoritos de la nobleza".
Pero Na Violant, que murió en su casa de Agost, periscopio ideal para gobernar su señorío, también poseyó "diversas tierras que tenía dispersas por el término de Alicante, entre éstas un huerto con árboles y viñas en la partida de Sueca", en árabe suwayga, a las afueras de la ciudad, exactamente donde hoy coexisten la Diputación, la terminal ferroviaria y El Corte Inglés, con una extensión, según el documento notarial emitido en 1483, de "sexanta tafulles de vinyes e terres, poch més o menys, ab XXIII aljubs de aygua [procedente] de la Font Sancta [Sesenta tahúllas de viñas y tierras, poco más o menos con XXIII aljibes de agua de la Fuente Santa]”. Un nacimiento que, como explica el arquitecto Marius Bevià en Toponímia urbana de la ciutat d 'Alacant, artículo recogido igualmente por Quaderns de Miqjorn, "suministraba agua a la huerta de Sueca y a la ciudad desde los primeros días de la conquista en la segunda mitad del siglo XIII y bajo Alfonso el Sabio, También reconocido como fuente del Través o de la Caseta Blanca, el manantial de la Font Santa estaba situado en la partida de Valladolid i Cabanes, al norte del Tossal. Más o menos donde hoy se sitúan el estadio Rico Pérez, la Casa Sacerdotal y las oficinas centrales de Aguas Municipalizadas de Alicante.
Pero acerquémonos aún más a El Rebolledo estricto.
UN TROZO DE ESPARTAL EN LA CRUZ DE ELCHE
Nuestra protagonista, Na Violant, poseía en la tierra secana de Alicante y, concretamente, en la Creu d'Elx, "entre los dos caminos reales que conducían a la localidad" ilicitana, "un trozo de espartal", además de "otro trozo en las partidas de la Saborida, también en este camino, en la del Clot y en la de La Vall Longa, con su casa y posesiones". De modo tal que, recapitula el estudio de Hinojosa, "las tierras de Na Violant se explotan con dos cultivos altamente rendibles en el campo alicantino de finales de la Edad Media: la vid y el esparto, (...) perfectamente integrados en los circuitos marítimos comerciales de la época". Por si aún fuera poco, la familia Rotlà, Violant incluida, recibía anualmente "pensiones de censales de un total de 43 personas o instituciones públicas", fruto de una perfilada usura habitual en la casta dominante, que extraía del intercambio y del préstamo de dinero a bolsillos privados o comunales "una de sus más lucrativas empresas", en un claro precedente del futuro negocio financiero.
LINDES CON MONFORTE Y LA INDUSTRIA DE TABACOS
Son escasos los documentos que reflejan la evolución del término municipal alicantino y, particularmente, de sus partidas. No obstante, según los testimonios librados en los años 1773 y 1775 por el escribano Don Francisco J. Paredes, Raf'acl Viravens reflejó cien años después en su Crónica, de aquel cuerpo mediaval que en un principio abarcó las poblaciones de Monforte, Agost, Busot, Aigües, Mutxamel, Sant Joan y Villafranqueza o El Palamó, titular de una breve independencia, "la demarcación de Alicante quedó reducida a las partidas rurales de Mon-negre y Tángel, situadas al norte de la ciudad; Aguas Bajas, Barañes, Santa Faz y Orgegia, al noreste; Moralet, El Verdegás, Cañada del Fenollar, Raspeig, Canastell, Inmediaciones, Boqueres y Torregroses, al noroeste; Campello, Fabraquer, Condomina, Albufereta y Santa Ana, al este; Babel, Bacarot, Vallonga y San Blas, al sureste" y "al islote de Tabarca, que se encuentra al sur". Además de "Font-calent, Alcoraya y El Rebolledo", enclavadas "al oeste".
Han pasado 230 años desde aquellas notas recordadas por Viravens y hoy El Rebolledo se disecciona en la partida de Santana, que tributa y depende de Elche aunque forme parte intrínseca de su entramado, y en otros núcleos urbanos que alcanzan Alicante y el término municipal de Monforte del Cid por el alto del Portitxol, de 860 metros de cota, con numerosos chalés diseminados y el persistente búnker antiaéreo de la guerra civil que todavía vigila su garganta, con su longevo anuncio en hormigón de Anís Candela junto a un campo de golf de pacotilla.
Su parcelación más popular, no obstante, es la que lo divide en el área de La Vall Longa y la finca La Torre; la Cova de Santa Ana, en la falda de Fontcalent y al otro lado de la autovía, y Lo Xeperut, donde además de agradables casitas brota el polígono industrial Las Atalayas, en progresivo crecimiento tras años de escasa actividad, con la imponente fábrica de tabacos de la sociedad Altadis como espectáculo arquitectónico.
FINCAS, FONDAS Y ESCUELAS
¿Y cómo sería El Rebolledo durante el siglo XIX? Viravens testificaba que "en la Vallonga hay una posesión que se titula El Poblet de Borgunió" o Borgonyó, ex alcaide del castillo de Santa Bárbara y parentela directa de los Rotlà-Rebolledo, y que este caserío se adhería "a una antiquísima [propiedad] construida por los descendientes de Borgunió, apellido que ya figuró en esta ciudad en el Reinado de Don Fernando el Católico". Una mansión que contenía "una bonita ermita, en donde se venera una imagen de Nuestra Señora del Carmen, amenizando la heredad un frondoso pinar que se extiende en un radio de cinco kilómentros", Asi mismo, precisa Viravens, en El Rebolledo también se encuentran [las heredades y casas de recreo] que se conocen como El Carmen, de Don Julián de Ugarte; San José, de Don Felipe Blanquer, y otras varias", así como La Coronela, "de Don Carlos Coig".
Desde entonces ha llovido mucho por aquí, y hoy la mayoría de aquellas haciendas ha desaparecido, aunque entre las fincas y casas antiguas pervive la Canya Blanca o Canyablanca, llamada así porque "sempre ha estat pintada de blanc [siempre ha estado pintada de blanco]", remacha el alcalde Torà; la de Bartolomé Roselló; la Casa de Blasco, ahora convertida en una tienda de comestibles con bar; Ca Sellers, que era una fonda; Buenos Aires, La Canaleta, Lo Reig, El Pinar, Lo Belda y L'Estanc Vell, una morada procedente, al parecer, del siglo XVII que sirvió como bodega, puchero y posada para los viajeros de Madrid más atrevidos, o para los pilotos que gozaron de los primeros automóviles. En esta hospedería, rememoran nuestros anfitriones, había cuadras de caballos y carros. Y con la piedra de estos establos se edificó la antigua escuela, en 1948. De la hostelería a la enseñanza. Un destino útil... y económico.
En los años de Franco, la evolución pedagógica de El Rebolledo dispuso que las niñas se instruyeran en la Casa de la tía Dolors, mientras los chicos acudían a la llamada Casa Cuartel de l'0est. Hoy, un colegio público en ocre avellana presta sus confortables aulas y pizarras a sus menudos estudiantes, incluidos los críos ilicitanos de Santana.
EN TORRESELLA, LA FINCA DEL GENERAL O 'DONNELL Y DE LA SEÑORA CAVANILLES
Una de estas fincas, La Coronela o, en su nombre original, Torresella, todavía sigue en pie, invicta, cargada de sedimentos y presencias para quien se estremezca con la Historia y goce visitando las huellas digitales del pasado. Y, además, se halla en buen estado, a pesar de la poca atención que le han prestado sus propietarios y de las constantes visitas de hordas de enemigos del patrimonio y de una implacable pila de domingueros cargados de fiambreras que campan por sus alrededores.
La Coronela es un submundo, un paseo por las entrañas del pretérito. Situada en la margen derecha de la autovía, en dirección a Orito, pero sin alejarse apenas del contorno del núcleo urbano, su señorial silueta de mansión centenaria resulta imperceptible si no fuera por la frondosa atmósfera de un verde deslumbrante que llama la atención a quien pasa de cerca, a la vez que la enjaula entre sombras y, de paso, la protege. Actualmente es propiedad hereditaria de Covadonga Cavanilles, descendiente directa de un hermano del insigne botánico Antonio José Cavanilles y madre de la actual directora del Jardín Botánico de Madrid; y de Francisco Javier Pérez de Rada, su marido, ambos con título de marqueses. La posesión fue adquirida en 1920 por Fernando Alfaya, abuelo de Francisco Javier, a sus dueños ancestrales, la saga familiar del general gaditano Enrique José O'Donnell (1769-1834), conde de La Bisbal, héroe de la guerra contra el francés, capitán general de Andalucía y de Castilla y carcelero del general Rafael del Riego y Núñez, germen del constitucionalismo español.
No obstante, por las citas de Viravens, es muy posible que Carlos Coig fuera el siguiente amo de La Coronela, en el último tercio del siglo XVIII, y ya no los O 'Donnell, aunque en El Rebolledo se recuerda con precisión a Manuela Díaz de Rubí, mujer de militar y posible coronela, "qui tenia moltes finques [que tenía muchas fincas]", anotan José Antonio Torà y los hertnanos Vicenta y Pepe Sánchez Roselló. Más allá de la catarata de escrituras, un azulejo policromo soldado a la fachada saluda junto a la puerta principal: "Ben vingut siga qui a esta casa vé [Bienvenido sea quien a esta casa viene]", al lado de un saltamontes en pleno entrenamiento deportivo y de una araña que parece una lámpara. En un extremo lateral, luce un escudo de armas.
UN VIAJE EN EL TIEMPO
Un orfeón de pájaros sinfónicamente unidos interpreta una selección de sus mejores temas mientras los marqueses, vecinos de la calle Montalbán, 13, de Madrid, junto al Retiro adinerado, desayunan al aire de libre con un par de arquitectos a quienes exponen sus proyectos para Torresella. Los marqueses son altos y desgarbados de gestos aristocráticos y distantes. Los arquitectos, por su parte, visten camisa azul, las dos iguales. A varios metros, prudente, Juan Sánchez, andaluz afable y bíen curtido, que actúa como administrador, vigilante y jardinero, amén de jefe único todo el bricolaje, aguarda alguna orden de los amos. Todos, dueños y masovero, nos permiten inspeccionar la casa con la meticulosidad de un detective, abriéndonos sus puertas de par en par. Al entrar, Vicenta y Pepe se emocionan. Sus padres y su tío Antonio fueron cuidadores de La Coronela durante cuarenta eternos años. Vicenta nació aquí. Los ojos se le empañan sintiendo que, de golpe, le asaltan los recuerdos volando por su alma.
Al descubrirla palmo a palmo, la importancia de la residencia, expoliada en varias ocasiones, salta a la vista en todas las estancias. En su inmenso salón comedor, con azulejería de Talavera de la Reina y una galería de ilustres autoridades del pasado reproducidas en plumilla negra, que comparten pared con el señor de Rebolledo, oriundo de León, según se le presenta. En la sala de los pájaros disecados, "todas especies del contorno", anota el marqués, casi desconocidas para quienes poblamos el asfalto. En la sala de lectura, guarecida en la planta alta, con los ladrillos originales, cocidos siglos atrás y pintados a mano con motivos florales, sin que se repita ni uno. En la capilla, que actuó como parroquia para las gentes de El Rebolledo, con la Virgen del Carmen en el centro, la campana original en su tejado y la tumba de Fernando Alfaya, el comprador de la finca, abuelo del marqués, bajo el suelo. Una lápida en la pared también señala que allí se encuentran los restos del pequeño Alvaro Díaz y Fontela, que murió en 1896, a los cinco años de edad, y cuyo cadáver fue trasladado desde Margolles, Asturias. También descansan sus padres, Alvaro Díaz García y María del Carmen Fontela. Arriba, en una salita de estar plagada de retratos, plumas de pavo real y óleos de las hijas de los marqueses, un daguerrotipo violáceo recuerda al niño. El infante contempla fijamente al fotógrafo vestido con trajecito de marinero, con un aro en la mano y un lazo en su chaquetilla. Ahora mira hacia nosotros, algo tétrico.
Coleccionistas de baúles, maletas y sombrereras que se reparten por las tripas interiores de la finca, un laberinto inagotable de habitaciones, el matrimonio se queja de que en uno de los asaltos a su vivienda robaron los misales y cálices de la capilla y las casullas que se guardaban en un armario de la sacristía. Setenta años antes, durante la guerra del 36, los padres de Vicenta escondieron los santos de la ermita en un lugar seguro, para evitar que fueran destruidos por las iras del hambre y la incultura o las ideas de Lenin. Luego, cuando Franco se impuso por las, armas, las imágenes volvieron a sus peanas.
No estarnos en el escenario rural y extremeño de Los Santos Inocentes, pero cuando Vicenta penetra en la cocina -que aún conserva su amplia campana, su arco original de sillería y bastantes piezas de ladrillo- le brota en la memoria una seca fatiga por las penalidades que sufrieron sus padres. Mirando a una escalera que conduce a otro piso, en la parte de arriba, la marquesa le dice: "Ahí estaba el granero. Casi nunca subimos. Cuesta mucho pasar por la escalera". Y Vicenta contesta, con un deje algo amargo: "Cuántas veces la bajaba mi madre cada vez que ustedes la llamaban". Porque esa cámara para guardar cosechas también fue la alcoba de sus padres y su cuna de niña, con almendras en lugar de perfumes.
La mansión también cuenta con una almàssera [almazara] en magnífico estado de salud, tanto de su solera o safa, por donde giraban los cilindros de piedra para moler la oliva, como de sus atrojes, los depósitos donde se echaba la aceituna antes de triturarse. Asimismo, conserva maquinaria, seras y orzas muy bien cuidadas. En uno de estos odres, abierto, se conserva aceite de hace 40 años, cuando murió Carmen Amaya y se fundó Comisiones Obreras. Y un detalle curioso: en una esquina del ruedo de tierra que envuelve la solera aún puede contemplarse una letrina honda, de anillo circular. Por si le entraban ganas a l'almasser y tenía que bajarse el pantalón mientras la mula trabajaba. Delante de la almazara pervive un soleado patio interior que antes cubría una tupida parra y que servía de aparcamiento a los carros cargados de aceitunas.
EL BARRANC DE L 'INFERN
El trazado de la autovía recortó el territorio original de la finca Torresella, señalada a efectos catastrales y de cartería con el número 316 de El Rebolledo, obligando al retranqueo de su arco de entrada, que permanece solitario al frente del antiguo camino de tierra. El nombre de la casa, de la que probablemente fue segada su torre en alguna operación de reforma, tiene como apellido Sella, que podría hacer referencia tanto al patronímico del municipio de La Marina Baixa, como a la arcaica existencia de alguna cuadra equina (sella en valenciano es silla de montar), o, ya en versión de los marqueses, a la presencia de un silo o mina de agua procedente del barranco contiguo, el barranc de l'lnfern, que se filtra hasta los cimientos del domicilio y al que temen descender por la emisión de gases. Esta rambla de caudales imprevisibles que atraviesa El Rebolledo de cabo a rabo circunda Torresella, tangente a las espaldas de la casa y paralelo a un jardín cerrado, situado en su lateral sur, de pinada opaca, fresca y tranquilizante, con ángeles de piedra y la estampa feroz de Fontcalent.
EUCALIPTO DE AROMAS IMBORRABLES
La finca recibe agua natural que brota desde unos cerros próximos, "agua a punta pala", según confirma el guarda Juan Sánchez, que siempre se dirige al dueño tratándole de Don Javier.
El líquido colma un aljibe árabe de bóveda semicircular que aún se usa para el riego y que atribuyen al siglo "sexto o séptimo", y dos balsas vivísimas, de agua chorreante que empapa un bosquecillo de olmos muy elevados. Mas en el centro de todo un verdadero microclima destaca, monumental e inmenso, un vetusto eucalipto gigante, de un tronco colosal.
Una especie rarísima, de semillas poco conocidas en España, que, según cuentan, plantaron los O'Donnell en algún momento de sus treguas castrenses. Si su imagen impresiona, todavía impacta más el olor que desprenden sus hojas, un perfume que aturde, con efluvios profundos, del centro de la tierra.
Basta con dejar abandonada una sola de estas hojas en una habitación durante la noche para que, al día siguiente, toda la casa aparezca irnpregnada de un aroma fortísimo, de clorofila extraña, fantasmal.
Por último, una anécdota. El chalé Pequeño, donde el 30 de julio de 1954 se cometió el famoso crimen de Vistahermosa, Ie costó la vida a Víctor Vidal Marín, cobrador del Banco Central de Elche, estaba administrado por una señora que era dueña de varias fincas, entre ellas una de El Rebolledo, La Coronela.
EN POS DE UN MUSEO ETNOGRÁFICO
La intención principal de la familia Pérez de Rada Cavanilles es convertir la alquería, que construyó el arquitecto Antonio López Aguado, discípulo de Villanueva, en un Museo Etnográfico. Para ello cuentan con su importante contenido, aunque la finca "ha sido robada en seis ocasiones", con la ayuda de algún perista chorizo, según sospecha la marquesa. Y su exterior, como dijimos, sigue siendo pasto de ladronzuelos y motoristas, difíciles de controlar en un paraje de casi mil tahúllas.
Su deseo cultural, que supondría un extraordinario regalo a los alicantinos y una fórmula casi definitiva de conservar el patrimonio, tuvo contestación el pasado 4 de septiembre de 2002 por parte del jefe del área de Bellas Artes y Museos de la Generalitat Valenciana, Juan Carlos Lledó Rosa. En su misiva, Lledó les hacía llegar la legislación vigente al respecto, "por si pudiera ser de su interés presentar la documentación que en ella se relaciona y acogerse a los beneficios que supone ser un museo reconocido".
CASAL FESTER
Centro agrícola por excelencia, especializado en el cultivo del tomate al igual que la vecina Bacarot, El Rebolledo es la única partida, junto a El Palamó, que cuenta con seis comparsas de Moros y Cristianos, mediante una sociedad que preside José Sánchez Roselló, el hermano de Vicenta. Las huestes se dividen en Rep-Alí, Isaac Abderramán y Los Pacos por parte de las filas sarracenas, y en los Caballeros del Cid, Caballeros y Damas de Vivar y Contrabandistas como ejército cristiano, a tres por bando.
El primer sábado de diciembre de 2002 se enterró la piedra fundacional del nuevo y necesario Casal del Fester, construido en la peralta del Passeig Major, un edificio de 2.000 metros cuadrados y presupuesto superior a los 420,000 euros que, con sótano, planta baja y primer piso, pretende asilar no sólo las inicialivas festeras de El Rebolledo, por las que tanto apechugaron Pepe Sánchez y el alcalde Torà, sino también salas de exposiciones y conferencias para dar más vidilla a la partida.
Fiestas de Moros y Cristianos durante la primera semana de julio, feria rociera en abril y equipo de fútbol-sala senior, su asociación de vecinos Virgen del Carmen, del carrer del Col.legi, 3, impulsa los actos litúrgicos en honor (le la señora del mar y de El Rebolledo el 16 de julio, engalanando el santuario y las calles, y promueve una jornada de convivencia vecinal el tercer sábado del mes de agosto, con una verbena popular de orquesta y vocalista. Hace años, recuerdan José Antonio, Pepe y Vicenta, también se veneraba a la Virgen del Carmen, cuya imagen reinaba en la antigua ermita, "que era molt bonica i que la van tirar per l'any noranta [que era muy bonita y la derruyeron allá por el año noventa]". La nueva se levanta en el mismo solar de la Plaça de I 'Església, en terrenos que donó el tío Ramón Roselló.
EL SALÓN GARPE Y LA COLLA DEL TÍO PEPICO
Las principales calles de El Rebolledo son, además del Passeig Major, las travesías de Serra de I 'Almirant, Serra de Sanxo, Carrer La Torre, Carrer Casilles, Carrer Pinzell, Carrer Serranía y Carrer Fardatxo, entre un rompecabezas de pasajes, la mayoría de polvo.
En la más transitada, el Passeig Major, antaño carretera a Madrid, se levantaba el Salón Garpe, sílabas iniciales, no le den más vueltas, de los primeros apellidos de sus propietarios, Ramón García Torregrosa, apodado el Petaca, y Vicente Pérez Quirant, de malnom [mote] el Cabut. Inaugurado en 1958, durante muchos años fue la única diversión de El Rebolledo, compaginando, en toda una aventura del capitalismo práctico, la primera pantalla de cine de la pedanía, una afamada cantina y un cálido salón de baile, origen de acercamientos, noviazgos y matrimonios. Ahora, como ya hemos dicho, subsiste un comedor y una tertulia vespertina de dominó y baraja.
Paralelamente a los encuentros en el Garpe o a sus excursiones hasta los cines, teatros y festejos de Alicante, los rebollerenses contaron tiempo atrás con una colla de dolçainers i tabaleters [agrupación de dulzaineros y tamborileros] que, acompañados de guitarras y bandurrias, mantuvieron vivos los bailes tradicionales y amenizaron con música de la tierra las fiestas y conmemoraciones de la partida.
De todos ellos, tan sólo vive ya el tío Pepico Marc, Josep Marc i Pastor. Él prestó una ayuda imprescindible a la recolección de canciones populares y tradicionales alicantinas que exhumaron los hermanos Miquel y Lluís Flores para el Ilibret de la foguera alicantina de la Plaza de Ruperto Chapí, o del Teatro.
Como esta Jota del El Rebolledo, bilingüe y atrevida, con estrofas valencianas muy populares:
Yo venía de regar
y estabas en la ventana
y me hiciste una seña,
que estabas sola y entrara
I en la Canyà està Sant Jaume,
en Agost està Sant Pere
i en l'ermita el Rebollero (sic),
la Mare de Déu del Carme
En el tribunal de Gorga
han privat que no s 'escriga
i que ninguna dona dorga
amb el pardal dins la figa
Allà baix en lo riu,
mare, m 'he deixat les espardenyes,
mare no li ho diga al pare
que ja tornaré a per elles
La despedida daré
la que fan a Alacant,
I 'atra en la Fontcalent
que me despedix cantant. 1
O la Malagueña de El Rebolledo:
Aquí me pongo a cantar
a los rayos del lucero
por ver si me quieren dar
de las dos la que yo quiero
L 'altre dia la vaig vore
en un bancal de panís,
replegant-se la cabellera
pa fer-se el monyo postís 2
Las cortinas de tu alcoba
son del color del limón,
y entre cortina y cortina
dame la mano, Asunción
A mi m 'agraen els rotllos
i les coques en tonyina
i les bones botifarres
i el vi de La Condomina 3
Y esta va por despedida
con el corazón ardiendo,
ya se va el tren de mi vida,
de pena y de sentimiento.
Otra cosa es que, al igual que la mayoría de alicantinos de otra época, cuando llegaban la Pascua y la mona cantaran esta graciosa y ligera canción antes de estrellarle a alguien un huevo en la frente:
Aquí me pica,
Aquí me cou,
Aquí trenque l'ou! 4
TELÓN CON VICENTA SÁNCHEZ Y UN ECO TRÁGICO
La caminata por El Rebolledo concluye en casa de Vicenta Sánchez, una acogedora planta baja con patio, labranzas y lebreles al borde del Passeig Major, donde acaba de echarle un puñado de arroz a una holgada paella de conejo. Esposa de Julio Quirant, camionero transportista, y madre de tres mujeres, Vicenta reparte las raciones al tiempo que descubre, dispersas por la cocina, un reguero de fotos familiares, muchas grisáceas. A su lado se sienta su hermano Pepe, propietario de una empresa de muebles de cocina en Sant Joan que abona unas sesenta nóminas, y el alcalde Torà, representante de una famosa casa de vehículos y de la pedanía. El encuentro, muy agradable, sirve de colofón a un gran paseo.
Diez días después de aquel grato momento, una noticia fulminante nos cae del cielo como un trueno maldito. Juan, Juan Sánchez, el guarda, cuidador, esencia y aliento de La Coronela, acaba de morir de golpe, de un infarto instantáneo. Su esposa, Concepción, nos comunica la tragedia, que aconteció en el mismo día de la Purísima.
Y aún le vemos de pie, atento a los marqueses, dispuesto a defender la propiedad, andando por debajo de un eucalipto altísimo, de unas hojas crueles, de color verde menta: "Huela, huela... “.
Fuente: El sorprendente reino desconocido. La magia de las Partidas Rurales de Alicante