¡AHÍ EXISTE UN VOLCÁN OCULTO!

¡AHÍ EXISTE UN VOLCÁN OCULTO!, afirman los moradores de Fontcalent.

¡Ahí existe un volcán oculto!

Aguas termales y ruidos subterráneos extraños, indicios que han creado la sospecha.

El padre Belda descubre un antiquísimo poblado y un templo en ruinas en las faldas de la sierra.

Poblado y templo Fontcalent 

Entre los firmes muros de un templo en ruinas, la perspectiva gráfica se pierde con el fondo impresionante de Fontcalent, en cuya cresta al decir de los pocos habitantes de aquel  entorno, existe un volcán oculto. La fuente –agua caliente- y los extraños ruidos subterráneos, han infundido una creencia. (Fot. HERMANOS GARCÍA)

                La noticia –noticia es-, hay que ofrecer así con una exclamación inicial que sirva de introducción para el reportaje. Pero, sin motivo de susto. Con sosiego, y tranquilamente.

                -¡Ahí existe un volcán!

Imagínese, amigo que un individuo apunta con el dedo, bien extendido  el brazo, la cresta de la sierra de Fontcalent, de donde mana un chorro de agua en ocasiones tibia, en otras, caliente, humeante, como si estuviera hirviendo.

                El padre, Belda, impenitente arqueólogo, nos ha llevado al paraje alicantino de una visión casi selenita. Por allí anda desde hace varios días, el respetado y admirado sacerdote que no pone paz en su inquieto espíritu de investigador. Persuasivo siempre comunicativo con los informadores con sus intermitentes descubrimientos, nos embarcó en la aventura de circular por caminejos complicadísimos para las frágiles ruedas de nuestra motocicleta.

                -Venga –nos dijo- y observar algo imponente.

                -Pero, padre; si Fontcalent lo conoce todo el mundo.

                Y fuimos. El padre Belda nos asegura que nadie ha dicho media palabra sobre el templo descubierto. Que nadie absolutamente nadie se ha referido al poblado antiquísimo allí existente. Es un fabuloso descubrimiento. Muros, murallas, cerámica que datada siglos, vestigios de una remota civilización. El padre Belda ha iniciado los trabajos. Solo, sin ayuda de nadie, pico en mano; jadeante sudoroso, abriendo desproporcionadamente los ojos ante la maravilla arqueológica que pisa. Anota datos, examina lo que encuentra, medita,  hace cábalas y mantiene un tono de moderada expresión cuando le preguntamos algo.

                -Si dispusiera de una brigada de hombres, aquí extraer´ñia camiones de ánforas, monedas, y otros preciosos objetos históricos. Esto es un poblado enorme… Pero por favor, seamos discretos; que no se diga nada en tanto lleguemos a demostraciones contundentes.

Dos balsas de regulares dimensiones hacen acopio del agua  que brota de una fuente cegada, porque desde el nacimiento se ha canalizado la corriente subterráneamente hasta el embalse. Al lado, unos metros más allá, una balsa en ruinas. Es la vieja la que nos puede hablar de la historia del lugar. Se cree que ya antiguamente Fontcalent fue lugar habitado precisamente por la existencia de aguas termales.

                -Me cabe la seguridad –habla uno de los colonos del contorno-,  que en la cima de la sierra existe un volcán naturalmente, tapado. Mejor dicho; que no ha llegado a irrumpir. Un volcán oculto…

Afirmase también que, en determinadas épocas del año pueden ser escuchados ruidos subterráneos extraños, y que, a más ruido el agua de la fuente brota más caliente.

                El padre Belda, en cambio, dedica su atención al quehacer arqueológico. Dios sabe dónde come, y donde descansa. Ha descubierto también un templo en ruinas, cuyos muros, resistiéndose a la acción del tiempo, se mantienen vigorosos en desafiante vigencia.

                -Ya le facilitaré algunas notas. Por favor, hoy, imposible. Solo he querido que lo viera. Que cuando le diga en su día, tenga para los trabajos periodísticos una semblanza real, porque lo ha visitado.

¡Ahí existe un volcán oculto!

Habrá que volver. Y, coronar la cima. Arriba, para escudriñar el supuesto cráter, el gran ojo de Fontcalent que todavía no ha mirado hacia el cielo.

VIDAL MASANET

Agradecimientos a Miguel Ibañez Verdú por sus conocimientos sobre la sierra Fontcalent y por la públicación del diario información del 28 de Septiembre de 1960. Sin su ayuda no podría haberse recuperado este trozo de historia y aventuras sobre la sierra Fontcalent.

Fuentes: Vidal Masanet y Alicante Vivo

Acceso Ó Registro

¿Recordar contraseña? / ¿Recordar usuario?

Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Las cookies utilizadas para el funcionamiento esencial de este sitio ya se han establecido. Para obtener más información sobre las cookies que utilizamos y cómo eliminarlas, consulte nuestro política de privacidad.

Acepto las "cookies" de este sitio.
EU Cookie Directive plugin by www.channeldigital.co.uk